jueves, julio 22


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Cualquier semejanza con la realidad, es producto de que me halla cruzado, literal o metafóricamente, con vos o con alguien muy parecido a vos, y el resto te lo inventé, probablemente sólo entre líneas se filtre alguna verdad objetiva, probablemente el resto sea una mentira ilusoria; probablemente nunca haya imaginado y plasmado en letras algo tan extremadamente lejos de la verdad; lo cierto es que de seguro, nada de lo que encuentres aquí es pura coincidencia.




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Y somos hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros, amantes , sobrinos, tíos , abuelos, ex –algo (rotulable o no), vendedores de buzones rojos, compradores de gatos por liebre, lectores, pacientes, criticados, críticos, victimas y victimarios, marionetas y domadores, vestidos y desnudos.


Somos cantantes sólo conocidos por duchas. Elvis Presley en medias, sin público y con micrófono de escoba.


Somos queridos, intolerados, intolerantes, tiernos y bestias, dulces y agrios, asesinos, golpeadores de almohadas que no denuncian.


Somos vulnerables, y superhéroes, delincuentes y juzgadores, soberanos y proletarios, puntos insignificantes, números sin nombres para algunos y universos enteros para otros.


Somos un sin fin de posibilidades en un mismo recipiente.


Somos una madeja de desconocidos chocándonos en lugares atestados de más desconocidos.


Somos según el cristal en que nos asomamos a ver que pasa.




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Cuenta regresiva

Diez veces te miré, igual te soñé. diez veces te pensé, y te imaginé. Real en mi mente, palpable en mis sabanas mantel de mis tostadas y algún café.

Nueve veces conté, los minutos para volverte a ver. Nueve lunas te pinté, en tu ayer, en tu canción, en tu pentagrama de ilusión.

Ocho jacarandás plantaría, uno en cada esquina de tu alegría, dando una violeta flor por cada risa que emborracha mi sabiduría.

Siete melodías te compondría, una por cada día. Un tango por tu melancolía, una zamba en tu cintura y un acústico en tu primer botón, siendo tu espalda un bandoneón.

Seis libros escribiría, empezando en tu nombre, recorriendo tus piernas, para terminar en tu ombligo. Sin final, sin prosa inmortal.

Cinco dedos mis pinceles, podría dibujar cada contorno en lienzo piel, cada lunar conté, y ese color de tus ojos en el sol del mediodía. Cinco veces te pintaría, tu retrato perfección, en mis pensamientos, tu voz.

Cuatro centimetros deberías acercarte, cuatro minutos ya pasaron. Contaré hasta tres. Acercate un poco más, preparate, no respires, que al llegar a uno... voy a besarte.

Tres...

Dos.....

entre canibales

Una eternidad espere este instante,
y no lo dejare deslizar en recuerdos quietos,
ni en balas rasantes, que matan....